viernes, 23 de mayo de 2008

Alicia


Nuestros corazones latían fuerte. El mío más, pero no alcanzaba a distinguirse porque un llanto sordo ahogaba mis sentidos. Matías hace cosas nuevas e inesperadas todos los días. Pero hoy me hizo una a mí.
Como cada semana -desde aquel Súper Tazón en el que, a sus cinco meses, mi hijo se paralizó por completo para escuchar y ver la versión que Alicia Keys interpretaba en el Súper Tazón, de su éxito No one- Matías y yo disfrutábamos de nuestra dosis semanal de la señorita Keys. Primero, No one y el Mati sonrisa y sonrisa, baile y baile.
Pero luego puse If aint got you. Mi hijo pasó su bracito izquierdo por mi cuello, y recargó su cabecita en mi brazo. Se quedó así todo lo que duró la canción mientras yo trataba de contenerme y bailar al mismo tiempo.
Solo pude hacer lo segundo. A medida que avanzaba la rola me fui descomponiendo en un llanto inconsolable. Uno de felicidad, de gozo, de energía y de alegría. Uno en el que una hermosa mujer morena de cabello rizado y poderosas piernas y caderas nos había creado un vínculo eterno a ritmo de Rythm & Blues.
Su pechito estaba pegado al mío. Su corazón cerca de mi corazón. Entre lágrimas pude distinguir que ambos seguían el ritmo de la canción y así siguieron: latiendo fuerte, al compás de la rola, hasta que terminó.
Mi hijo, mi querido hijo.

Aquí la rola:

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