viernes, 23 de mayo de 2008

Tornado

La vida a veces parece una sucesión de tornados emocionales. Así sin avisar, vienen las emociones y lo levantan en vilo como plumas de aves.
La esencia vivencial de los individuos pareciera estar marcada por su propensión a la autodestrucción. Parece que una buena dosis de adrenalina, amargura, tristeza o depresión son tan necesarias como reir, respirar y, claro, como el amor.
¡Ah! El amor. Ese intruso vendendor de ilusiones. Ese tornado permanente. Ese gigantón con piel de oveja que se mete hasta los huesos y se apropia de las voluntades, las propias y las ajenas, con la promesa eterna de llevarnos al paraíso pero sin avisar lo tortuoso del terreno. Este, el amor, es el campeón de todos los tornados.
Y están, claro, los huracanes.

No hay comentarios.: