sábado, 31 de mayo de 2008

Sábado

Es mi segundo día de descanso de esta semana. Sábado. Matías duerme en los brazos de su madre. Ella, reposa en la cama. La misma a la que hace unas horas le cambié la funda ante la algarabía de mi hijo a quien le pareció espectacular el cambio porque tiene muchas rayitas que perseguir con su dedito.
Yo estoy en la redacción revisando páginas.

viernes, 23 de mayo de 2008

Tornado

La vida a veces parece una sucesión de tornados emocionales. Así sin avisar, vienen las emociones y lo levantan en vilo como plumas de aves.
La esencia vivencial de los individuos pareciera estar marcada por su propensión a la autodestrucción. Parece que una buena dosis de adrenalina, amargura, tristeza o depresión son tan necesarias como reir, respirar y, claro, como el amor.
¡Ah! El amor. Ese intruso vendendor de ilusiones. Ese tornado permanente. Ese gigantón con piel de oveja que se mete hasta los huesos y se apropia de las voluntades, las propias y las ajenas, con la promesa eterna de llevarnos al paraíso pero sin avisar lo tortuoso del terreno. Este, el amor, es el campeón de todos los tornados.
Y están, claro, los huracanes.

Alicia


Nuestros corazones latían fuerte. El mío más, pero no alcanzaba a distinguirse porque un llanto sordo ahogaba mis sentidos. Matías hace cosas nuevas e inesperadas todos los días. Pero hoy me hizo una a mí.
Como cada semana -desde aquel Súper Tazón en el que, a sus cinco meses, mi hijo se paralizó por completo para escuchar y ver la versión que Alicia Keys interpretaba en el Súper Tazón, de su éxito No one- Matías y yo disfrutábamos de nuestra dosis semanal de la señorita Keys. Primero, No one y el Mati sonrisa y sonrisa, baile y baile.
Pero luego puse If aint got you. Mi hijo pasó su bracito izquierdo por mi cuello, y recargó su cabecita en mi brazo. Se quedó así todo lo que duró la canción mientras yo trataba de contenerme y bailar al mismo tiempo.
Solo pude hacer lo segundo. A medida que avanzaba la rola me fui descomponiendo en un llanto inconsolable. Uno de felicidad, de gozo, de energía y de alegría. Uno en el que una hermosa mujer morena de cabello rizado y poderosas piernas y caderas nos había creado un vínculo eterno a ritmo de Rythm & Blues.
Su pechito estaba pegado al mío. Su corazón cerca de mi corazón. Entre lágrimas pude distinguir que ambos seguían el ritmo de la canción y así siguieron: latiendo fuerte, al compás de la rola, hasta que terminó.
Mi hijo, mi querido hijo.

Aquí la rola:

miércoles, 14 de mayo de 2008

Dream On

Cuando tenía 13 años probé la mota por primera vez. Estábamos en casa de Eduardo y Gerardo Vega en San Jerónimo. Eramos un grupo de nueve chicos que se hacía llamar a si mismo: Los Pachucos. Yo era el Pachuco 8. Nero y Lalo eran dos de los más adinerados de la banda y sus papá nunca estaban en casa. Lalo tenía una hamaca colgada en su habitación y un Bob Marley pintado en la pared.
Aquella ocasión nos fuimos de pinta los nueve. Nero le robó un churro a Lalo y nos lo empezó a rolar. Yo le di como dos toques. Recuerdo que estuvimos viendo videos de Mötley Crue y Aerosmith.
Uno de los CD's que me prestó Sevilla trae Dream On. ¡Uf!
Pachucos.

Dudas


¿Para qué? ¿Para qué dejo mi vida en una Mac? ¿Para qué demonios?

martes, 13 de mayo de 2008

Odio

Odio las mañanas con violencia, las noches de insomnio, el calor que no deja respirar, los barros que salen en cualquier parte del cuerpo. Odio los tres xantomas que me recuerdan mi irresponsabilidad cada mañana.
Odio, también, los cierres bajo presión. A las personas que creen que saben más que los demás y a las que creen que lo saben todo. Odio que me hablen mientras hablo por teléfono. Básicamente odio que me hablen cuando estoy haciendo cualquier cosa.
Odio mi capacidad para contarme historias, mi credulidad y transparencia.
Odio tener dos mil canciones en mi iTunes y escuchar siempre lo mismo.
Odio que me miren con enojo y no me expliquen porqué. Odio que me miren con enojo. Odio que me miren por el rabillo de la nuca.
Odio hacer lo que hago sabiendo que los demás hacen lo que quieren: tienen comidas, cenas y desayunos. Ven gente, platican y beben. Mientras yo sigo encerrado en mi pesera, día tras día, tras noche, tras día, tras noche. Y cuando por fin salgo de ella, nunca soy dueño de mi agenda. Lo odio.

domingo, 4 de mayo de 2008

Soledad

Es un sentimiento que odio. Que me acompañó a lo largo de una parte importante de mi vida y que hacía años, muchos, pero muchos años que no se presentaba.
A mis espaldas un río interminable de autos recorre el sur de la ciudad en busca de sus propias soledades. Son miles de ojos que, diario, siento que me escudriñan, me hurtan intimidad y vida.
Cruzando mi límite de cristal, afuera de mi pesera compartida, docenas de hombres y mujeres trabajan de sol a noche, todos los días, por hacer un gran periódico.
El desgaste es mucho. Y dicen que todo se paga en esta vida.
Yo supongo que mis muertos disfrutarán saber que mi soledad es cada vez más dolorosa, más angustiante y más implacable.
Me está pegando con tubo y no sé cuanto aguante.

viernes, 2 de mayo de 2008

Amistad

En 2002, el año en que hice añicos mi vida anterior, decidí construirme una en la que el daño colateral fuera un recuerdo macabro de mi pasado. Desde entonces, lo único que me ha traido la vida son cariños, amores y más cariños.
Un nuevo amigo se me ha incrustado en la cabeza y el corazón a punta de buenas voluntades. Amable, me ha entregado pedacitos de su alma sin pedirme nada a cambio. Y en silencio, ha calado fuerte en la institución cuadrada y burocrática en la que se ha convertido mi corazón.
Bienvenido seas, amigo, con copia por triplicado.